Columna de Paula Broitman en eShip
Las primeros destellos de luz de la mañana iluminan los fiordos imponentes de la Patagonia Austral. El viento sobre la cubierta vuela hasta el último pensamiento atado a Santiago. A lo lejos unos lobos marinos juegan incesantemente entre las olas.
Estamos en el E-Ship.
130 personas, 3 universidades organizadoras, 80 alumnos, 20 expertos, empresas y universidades que nos acompañan en esta travesía. Un proyecto muy pujante que une al sector académico, al gobierno y a las empresas para abordar 8 desafíos de innovación.
Ya de vuelta en la vida de cada uno hay muchos aprendizajes para procesar.
Navegamos durante cinco días entre los canales patagónicos.
Estuvimos expuestos a toneladas de conocimientos y otra vez aprendimos que finalmente lo que se aprende es lo que no se dice en la sala de clases.
Vimos la realidad nacional allá donde la cordillera se pierde en el mar, como decía Neruda. Caminamos y navegamos hasta llegar a glaciares, vimos cormoranes y albatros, nos volamos con el viento y nos llovimos con ganas.
Compartimos mucha camaradería, un maravilloso espíritu de colaboración y de participación y trabajo en equipo, comimos y tomamos un poco más de la cuenta y hablamos hasta quedarnos roncos cada día arriba del barco. Nos movimos su buen poco, nos mareamos un resto y dormimos menos que el óptimo.
Conocimos personas e historias fuera de serie. Personas e historias que sin duda quedarán grabadas en nuestros corazones y en nuestras memorias como lo más significativo del E-Ship.
Recorrimos arriba de un barco los caminos del Everest y de la Antártica.
Entendimos que la manera correcta de mirar Chile en entender que “Chile es mar”.
Hablamos de la evolución y de Darwin, vimos los lentes de Google y discutimos los desafíos actuales de la educación.
Reflexionamos sobre pobreza y movilidad social, conocimos algo más de los niños con piel de cristal, aprendimos sobre los primeros colonos que llegaron a esas tierras y entendimos asomos de la composición de las moléculas en los alimentos que comemos cada día.
Y pasamos muchas horas reflexionando, analizando, empatizando con usuarios y luego proponiendo ideas y haciendo prototipos para abordar los desafíos de innovación que el E-Ship se había propuesto.
Repasamos muchas veces la metodología del design thinking junto a nuestros amigos de Stanford expertos en ella. Y generamos finalmente algunas ideas concretas con potencial de implementarse. Al tiempo que los alumnos quedaron fuertemente comprometidos con seguir trabajando en ellas.
Finalmente el E-Ship fue como dijo Jordán en su charla, una experiencia “transformacional”. Estoy segura que cada uno de los que tuvimos el privilegio de participar quedamos movilizados.
El llamado es ahora a hacer algo más, a utilizar las metodologías para llegar a más personas, para enfrentar más desafíos y seguir trabajando por construir un país con más oportunidades.